Lo tenía. Pensaba que tenía el plan de viaje perfecto durante la Golden Week: Ir a Beijing. Después de compartirlo con gente local resulta que era el peor plan de viaje que podía haber imaginado. Resignado, decidí quedarme en Hangzhou para organizar un poco todo y explorar sitios cercanos. Uno de esos días salí a andar por la montaña cerca de la ciudad (xīhúfēngjǐngqū 西湖风景区) para empaparme un poco de naturaleza y explorar los cultivos de té. Ahí había también ríos de gente, aunque me las arreglé para encontrar rutas alternativas.
La Golden Week es una de las fechas donde gran parte de la población tiene días libres e incluye el festival de otoño y el día nacional de China, así que los lugares turísticos están saturados. Beijing lo está especialmente por ser la capital. Hangzhou y, en concreto, West Lake y sus alrededores no se quedan atrás; también están particularmente saturados. De todas maneras, también me apetecía poder comparar el volumen de gente con lo que me podría encontrar normalmente en España.



Empecé a andar por unas carreteras más bien desorganizadas, con peatones y coches compartiendo espacio. Eran las 9:00 de la mañana, estaban montando algunos puestos callejeros y el lugar no estaba todavía en el punto álgido. Aún así la policía había previsto la situación y delimitado ya el trafico. Caos, pero bastante organizado. Después de pasar dos pueblos ya había tenido suficiente, necesitaba tranquilidad y naturaleza real. Seguir una línea discontinua en el mapa me pareció que podría ser lo que buscaba. De hecho, fue muy buena idea coger ese atajo.
Después de algunas dudas por no saber el camino exacto y estar a punto de abortar la misión, vislumbré la calle. Empezaba con unas escaleras. En los primeros metros había una señora(āyí 阿姨, literal “tía”, “auntie”)con su pequeño puesto de venta de productos caseros deshojando unas flores. Al verme con mirada curiosa me hizo señales para que me acercara y me sentara a su lado. Creo que su idea principal era que comprara algún producto, pero tuve oportunidad de preguntarle sobre los productos que tenía encima de la mesa, todos con una flor amarilla llamada guīhuà (桂花). Según Wikipedia, Osmanthus fragrans.



En chino, la flor suena similar que “flor cara” (guīhuà 桂花 y guìhuà 贵花) y según leía ha sido apreciada a lo largo de la historia. El olor es fuerte y dulce pero sin llegar a cargar. La flor de osmanto es muy común en la zona de Hangzhou, de hecho delante de mi balcón justo hay un par de árboles que florecieron esos días. Casualmente esa semana era el mejor momento para cosechar la flor, que únicamente es de una semana.
La mujer tiene unos terrenos cercanos a la casa donde viven donde además de la flor de osmanto también cultivan té Longjing (lóngjǐngchá 龙井茶). Además, me enseñó un certificado que expide el gobierno y certifica la denominación del té para regular su venta y asegurar que estás comprando un producto con “denominación” de la zona. Durante la conversación además me enseñó su casa y la máquina que usan para secar las flores.



La flor debe ser secada justo después de ser recolectada. Normalmente empiezan a dejarla al aire libre pero luego usan las máquinas para asegurar la estabilidad y calidad y evitar pérdidas. En menos de un día usando una máquina para secado a 30 grados las flores ya están listas. Después del secado, la flor se mantiene más de un año y tiene una gran variedad de usos desde infusiones, adrezo en comidas saladas, ingrediente para dulces e incluso alcohol con base de Baijiu (báijiǔ 白酒, literal “Alcohol blanco”). En su caso no hacen recolección a gran escala sino que era un trabajo más bien manual y lo venden a los turistas y tiendas locales. No le llegué a preguntar si se dedican a otras cosas o están solo centrados en esto.
Además de eso, hablamos de otros temas más relacionados con el día a día. Me preguntó con curiosidad qué pensaba de China. Le comenté qué es lo que más me gusta y qué me había llamado la atención, comparándolo con España en general. Una de las cosas fue la seguridad en general, como poder ir a cualquier lugar a cualquier hora sin peligro o poder dejar u olvidar cualquier objeto en un sitio que luego siempre lo encontrarás. Justo ese fue un tema que ella valoraba mucho. (Este, por cierto, es un tema interesante, porque otra chica joven China me comentó un día que, en comparación con Japón, China era mucho peor en este sentido)



Sobre el idioma, se produjo una escena divertida. Durante el tiempo que estuvimos hablando pasaron algunas personas y a cada uno que ellos les decía, entre avergonzada y sorprendida, que ella no sabía hablar inglés pero que estábamos hablando en Chino. Que sabía hablar chino! Creo que esta es otra parte que es muy bonita, en general, todo el mundo aprecia mucho que hables Chino. De hecho, a veces hasta demasiado, ya que solo con decir “hola, qué tal” ya te dicen “wow, hablas super bien chino!”
En China puede no es trivial conectar con la gente por la gran barrera del idioma, además de la cultural. A veces cuesta, a mí también, pero en general siempre me he encontrado gente abierta. Además, si tienes curiosidad y eres amable creo que en general la gente es muy receptiva.
Hasta la próxima!
Pablo